Desde Latinmoda les tenemos esta excelente noticia que podría simplificar nuestra labor de ventas, en la medida que la aceptemos como propuesta, y nos dispongamos a asimilarla con actitud de aprendizaje.
La mayoría de las veces juzgamos a un cliente y lo etiquetamos como difícil, simplemente porque piensa diferente a nosotros. Un cliente que en apariencia es muy difícil para mí, suele ser atendido y complacido con gran facilidad por otro vendedor o compañero de la misma empresa; lo que significa que si él se siente bien con la asesoría de alguien más y acepta sus propuestas fácilmente, no es un cliente tan difícil como pensamos. Unas de mis frases más recurrentes en mi trabajo literario es: “No existen mercados difíciles, simplemente son desconocidos para nosotros; no existen clientes difíciles, sino que piensan diferente a mí.
En el blog anterior hablé del inmenso poder que adquiere todo aquel que cree en sí mismo, y me refiero a esto porque tener seguridad en nosotros mismos nos ayudará a comprender a alguien que es diferente a nosotros, a aceptarlo cómo es, a escucharlo detenidamente para conocer sus necesidades, y a tenerle suficiente paciencia; lo que trae como consecuencia que puedo atenderlo y asesorarlo mejor. Cuando ya nos conocemos y creemos más en nosotros mismos, nada ni nadie tendrá nuestro permiso para lastimarnos, ni siquiera aquellos clientes que llamamos difíciles.
El tacto hace amigos aun cuando haya discrepancias y puede salvarnos de situaciones engorrosas. Ha sido catalogado como la diplomacia de las ventas, la misma que solamente puede ser ejercida por alguien que cree en sí mismo. El tacto es el que permite que en medio de las dificultades, se establezca una comunicación eficaz; es el que nos dice que es preferible ser felices y ganar amigos antes que andar buscando, tener siempre la razón. Una vez que entendemos esto, quedaremos listos para satisfacer las necesidades de cualquier tipo de clientes.
Cuando logramos que el cliente hable nuestro mismo lenguaje, es porque ya dominamos el arte de la persuasión, y esta se logra con tacto y delicadeza. En este momento seremos diplomáticos pero firmes, y hablaremos con acento de autoridad sin hacer sentir mal a nadie. El cliente necesita experimentar que está negociando con alguien que sabe lo que está haciendo; de esta manera captamos su atención y tendremos éxito en nuestra labor de ventas.